lunes, 13 de mayo de 2013

DESCRIPCIONES

MI MUERTE

         Frio, oscuridad, silencio, espasmos involuntarios y finalmente calma y luz. Y de pronto me levanto empapada en sudor y lágrimas gritando ¡mamá!
         Abro bien los ojos y al contemplar por la ventana de mi habitación la luz radiante de la luna, me doy cuenta de que aún es de noche.
         Me consuelo a mí misma diciéndome; ¡fue solo una pesadilla! Y me dejo caer lentamente sobre mi almohada suspirando.
         Sin poder dormir, mi mente comienza a pensar en las ganas que tengo de terminar la universidad y disfrutar del verano. ¡Qué poquito queda! Me digo sonriendo para mis adentros.
         Mientras, una leve brisa roza mi cara, recorriéndome un escalofrío. Lo que me recuerda a las cálidas noches de verano que pasé junto a mis amigos y familia.
         Poco a poco mi mente se pierde en un mar de anécdotas alegres y divertidas, mientras la luna se esconde y el sol aparece tímidamente.
         De repente se abre la puerta de mi habitación, entra mi madre y al mismo tiempo que yo sonrío mirándola, ella me mira con la cara desencajada.
         Escucho un grito desgarrador y me doy cuenta de que ya no estoy aquí, no como antes.
         Debería tener miedo, sentirme impotente, pero mi mente es incapaz de recordar sentimientos que no sean alegres y felices. No siento dolor, pero si lo sintiera sería tan solo por no haberme podido despedir. Al fin y al cabo, sé que algún día nos volveremos a encontrar.




PROFESOR IDEAL

         En realidad, pensar en cómo sería nuestro profesor ideal es algo complicado, ¿Por qué factores nos regimos para valorar o elegir un profesor ideal? Probablemente si me hubieran hecho esta pregunta hace diez años, hubiera contestado que es aquel que no grita en clase, que no manda deberes, aquel que hace chistes y levanta la mano a la hora de corregir trabajos y exámenes para que aprobáramos.
         Hoy en día, mi respuesta, basada en la experiencia desde la perspectiva del docente, es otra.
         Para mí, el profesor ideal es aquel que hace de sus clases un lugar en el que la mente se siente libre para razonar, discernir, imaginar, inventar… Ese que con astucia se ayuda de la curiosidad innata de las personas y en especial de los niños para crear en ellos unas ganas constantes de aprender más. No por imposiciones o para fines exclusivamente académicos, sino también por simple y puro placer. Para que ellos puedan entender y disfrutar la vida a su manera, no solo como se la presenta un adulto experimentado.
         Para mí el profesor ideal es aquel que acompaña y atiende al alumno en sus necesidades hasta que es capaz de valerse por sí mismo.
         “un maestro le dijo a su pupilo: ten cuidado por donde caminas y este le dijo; ten cuidado tú, yo sólo sigo tus pasos”








FOTO

         Ojos color miel, grandes y brillantes. Las cejas muy pobladas dándole un aspecto divertido y sonrisa picarona y traviesa.
         Así era él de pequeño, un niño risueño, travieso y juguetón. O por lo menos, eso es lo que me imagino conociéndole ahora.
         El chándal que lleva me hace pensar que era muy deportista y me hace preguntarme qué deportes le gustaban.
         Por su afición actual deduzco que solía jugar bastante al fútbol y puede que se le diera bien las carreras.
         Observando su rostro, me doy cuenta de que su cara desprende una luz especial, como si al sonreír, sonriera también su mirada. Lo que me hace preguntarme que le hacía tan feliz. Quizá venía de jugar un partido y había metido un gol, quizá le habían contado un chiste o hecho alguna broma o puede que estuviera en su naturaleza.
         Hoy, unos 20 años después, su sonrisa sigue siendo traviesa y pícara, pero sus ojos ya no brillan como antes. Quizá, sea el reflejo de lo que la vida nos enseña con palos, o quizá, sea un método de defensa. Aunque sé que tras esa mascara, se encuentra el niño risueño de ojos grandes y rostro iluminado que nos sonríe desde la foto.

                                   MI LUGAR IDEAL
                    

Desde mi infancia, he crecido conviviendo con la naturaleza. Salía en busca de flores para ayudar a mi hermana a estudiarlas, pues eran actividades típicas de la carrera de farmacia que la pedían.
También daba grandes y largos paseos con mi padre por la sierra de Madrid, explorando y aprendiendo gracias a lo que él me contaba sobre las rocas, vegetación y animales que se cruzaba en nuestro camino por la sierra norte.
         Son pocas las personas capaces de disfrutar verdaderamente de la naturaleza, y yo me considero de esas pocas, pues para mí no hay nada más bello que pasear por el campo con mi perro a primera hora de la mañana y observar el rocío sobre las coloridas flores y verdes hojas de los árboles. No hay nada que de más paz que escuchar en silencio el sonido de los peces saltando en el agua del río. No hay nada más especial que el olor a leña quemándose lentamente sobre un fuego. No hay nada más dulce que el sabor del néctar de las amarillas flores a las que solía llamar de pequeña flores de miel. Y no hay nada más agradable que el tacto de la brisa fresca del monte sobre el rostro.
Por ello mi lugar ideal es aquel en el que puedo disfrutar de la naturaleza.



3 comentarios:

  1. En la redacción sobre el profesor ideal me ha encantado la parte de:
    Para mí el profesor ideal es aquel que acompaña y atiende al alumno en sus necesidades hasta que es capaz de valerse por sí mismo.
    Estoy totarlmente de acuerdo y creo que es muy buena definición de maestro. ;)

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  2. Pd. Creo que el niño se parece muchisimo a Mochón. Apostaría que es él.

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  3. ¡Qué descripción tan detallada de tu lugar ideal Eva!

    Me ha encantado cada una de las distintas observaciones que relatabas sobre el paisaje. Yo también disfruto al máximo de la naturaleza y del campo, sobre todo en primavera y en verano, cuando las flores ya han explotado en colores y divertidad formas.

    ¡Buen trabajo!

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